sábado, 8 de septiembre de 2012

Gran Bretaña tendrá un Primer Ministro musulmán en menos de 30 años

Sahid Malik, diputado laborista en el Parlamento británico y exministro





Sahid Malik ha sido diputado laborista en el Parlamento británico desde el año 2005 hasta el 2010, ex-secretario de Estado de Justicia y ex-secretario de Estado del Departamento de las Comunidades y el Gobierno Local.


En el transcurso de la “Conferencia sobre la Unidad y la Paz Mundial” celebrada en Londres los días 25 y 26 de octubre del 2008, Shahid Malik anunció sin rodeos un Primer Ministro musulmán de aquí a 30 años.

“Estoy orgulloso de lo que han logrado los musulmanes en este país desde 1997. En 1997 tuvimos nuestro primer diputado musulmán. En 2001 teníamos 2 diputados musulmanes. En 2003 teníamos 4 diputados musulmanes. Inshallah, en 2009 tendremos 8 diputados musulmanes. En 2014 tendremos 16 diputados musulmanes. A ese ritmo, el Parlamento entero será musulmán. Pero diré, por si acaso hay periodistas en la sala, que ese no es mi objetivo. Sabeís que tenemos 4 diputados musulmanes cuando deberíamos tener 20 diputados musulmanes en el Parlamento. Tengo confianza, como primer musulmán ministro de Gran Bretaña que, inshallah , de aquí a una treintena de años, veremos en este país un Primer Ministro musulmán que compartirá mi fe”.




Comentario

No sé qué opinarán los que lean este artículo, pero nos parece un despropósito tremendo y una auténtica debacle que un musulman pueda llegar a ser primer ministro o presidente de cualquier país europeo. ¡Un musulman dirigiendo el gobierno de un país occidental, qué locura! ¿Acaso permitirían en Arabia Saudí que un inmigrante cristiano llevará el rumbo de su nación? Le cortarían la cabeza en el acto. ¿A quién pensais que va a favorecer que un musulman esté a cargo de Gran Bretaña, o de Francia, o de España? ¿A los no musulmanes? No lo creemos en absoluto. Favorecerá aún más la islamización de aquel país donde se encuentre, la repoblación con gente de países islámicos, la proliferación de mezquitas, la difusión del fundamentalismo islámico y de la sharia, hasta que seamos minoría en nuestros propios países y acaben con nuestra cultura y civilización.

Si se alzan voces diciendo, ¡salvemos al Tíbet de la invasión china!, nadie se opone, nadie les tacha de racistas, de xenófobos contra los chinos. Pero si alguien trata de defender la Civilización Occidental contra el peor mal que le amenaza -aparte de la crisis económica-, es decir, la islamización realizada a través de la inmigración masiva musulmana, enseguida es tachado de racista, de fascista o de cosas peores. Se habla de multiculturalidad, de solidaridad, de integración, pero ya vemos que esta inmigración no pretende integrarse. Más que aportar lo que hace es consumir miles de millones de euros en ayudas sociales, hace aumentar la delincuencia, las agresiones, las violaciones,  genera violencia, disturbios, aumenta la inseguridad ciudadana, los atentados terroristas, etcétera, etcétera.

Europa siempre ha sido un continente mayoritariamente de población caucásica y creemos que debería seguir siendo así. Como nos gustaría que en el Tibet sean mayoritariamente tibetanos, en Nigeria nigerianos o en Vietnam vietnamitas. Porque cada pueblo tiene una raza propia -aunque algunos dirán que eso no existe-, una cultura, una forma de vida, unas costumbres, que deben protegerse para evitar que se extingan. No nos gustaría pensar que en unos cientos de años la población española estuviera formada  mayoritariamente por inmigrantes, ya sean musulmanes, nigerianos, rumanos, sudamericanos o esquimales. España debería seguir siendo como lo ha sido desde hace cientos o miles de años, mayoritariamente española y blanca. 

Porque nuestra Civilización Occidental Europea también merece que se la defienda y que se la proteja, porque nuestros hijos y todos nuestros descendientes merecen un futuro y un lugar propio en el mundo, como ha sido hasta ahora. Merecen tener sus países, con sus leyes, con sus costumbres, con sus propios habitantes y no ser relegados a la extinción demográfica o a la sumisión. Y no debe ser considerado racismo, sino sentido común porque vemos todos los días en los periódicos, en la televisión cómo se comportan muchos de estos inmigrantes en aras de la integración. Debemos detener la inmigración masiva de Europa y expulsar a todos aquellos ilegales o irregulares, como harían sin dudar en países democráticos como Estados Unidos o Australia, que se precian de defender a sus países.
Hasta que no tomemos conciencia de ello seguirán campando a sus anchas como hasta ahora y las cosas irán cada día a peor.

Ya lo dice un refrán español:

"De fuera vendrá quien de casa te echará"










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