Historia de una terca fascinación
Manuel
Montes Rodríguez.- No son de ahora los extraños comportamientos de la
mayoría de la izquierda europea cuando se trata de hacer frente a las
amenazas que la doctrina musulmana proyecta sobre nuestra cultura.
Generalmente es condescendiente y encuentra todo tipo de disculpas para
el proselitismo, fuertemente contrario a los valores europeos, que se
desarrolla en las mezquitas.
Su refinamiento ideológico se acentúa cuando desempolvan las
acusaciones de racismo y xenofobia si alguien osa alertar de los
peligros del integrismo en templos y oratorios, pero utilizan toda su
artillería verbal y demagógica cuando algún sacerdote católico se atreve
a expresar alguna orientación moral dirigida a sus fieles. Si un obispo
opina sin imponer o recomienda sobre cuestiones morales, parecen
reventar, por la reacción de los izquierdistas, las costuras de la
sociedad; si un imán aconseja castigar a las mujeres, les dicta la forma
de vestir y pretende coartar la libertad de expresión de todos e
instaurar el delito de blasfemia, debe ser admitido como muestra de una
particularidad cultural y religiosa.
Esta disposición de la izquierda hacia los nuevos usos que traen los
fieles musulmanes a lomos de la inmigración, y que nos afectan
directamente, son de una imposible comprensión por su irracionalidad.
Veamos algunas de esas paradigmáticas incongruencias en un decálogo de
la ignominia:
1.-El marxismo califica la religión como el opio del pueblo, dado que
predica la sumisión y la aceptación de la propia condición como algo
inevitable, aconseja resignación y la espera de la recompensa en el más
allá, lo que favorece a los ricos y poderosos, pero parece que la
interpretación actual afecta sólo al cristianismo, pues se olvida del
islam.
2.- Los partidos de izquierda tienen a gala, según ellos, ser los
máximos defensores de la mujer y de los homosexuales, pero su
jurisdicción se detiene a la puerta de las mezquitas, aunque en las
iglesias penetra hasta el sagrario. Más dramático aún es que se ignoren
las sistemáticas condenas a muerte que se dictan contra ellos en varios
países cuya legislación se inspira en El Corán.
3.- Los ideólogos e intelectuales progresistas, como ellos mismos se
califican, no se cansan de exponer la perniciosa influencia de la
Iglesia Católica porque condicionó fatalmente la evolución de los
pueblos, pero apartan la vista de la penosa situación de los países
musulmanes, y pretenden que aceptemos en nuestra nación a los que vienen
a propagar teorías y usos opresores.
4.- Hacen una separación total entre creencia, ideología política y
sistema económico y social, cuando todo ello siempre va unido como
sucede en todas las religiones, y hacen abstracción, mejor se ponen una
venda en los ojos, sobre el modelo capitalista-plutocrático a ultranza,
la pétrea división por clases y la estructura social retrógrada que
imperan en todos los regímenes teocráticos musulmanes.
5.- Esta permisividad va íntimamente unida a la alegría irresponsable
con la que la izquierda acoge la inmigración ilegal masiva, haciéndose
cómplice del capitalismo en su maniobra de inyectar en Europa millones
de trabajadores esclavizados, verdaderos esquiroles, para hundir los
salarios y destruir los beneficios sociales. En España es esto tan
evidente como que el descontrol inmigratorio comenzó con los gobiernos
del PP al tiempo que la burbuja inmobiliaria, y que los empresarios se
benefician de ello con la connivencia de los sindicatos, a los que jamás
se ha visto oponerse a esta celada urdida por los más poderosos, que no
reconocen pertenecientes a ningún pueblo y cuya única patria es el
dinero.
6.- Se da la espalda a aquellos que, desde posiciones ideológicas
izquierdistas, atacan la islamización. El caso de Oriana Fallaci, la
periodista y escritora italiana fue, hace años ya, escandaloso por el
vacío que se hizo a su alrededor cuando publicó los libros “La rabia y
el orgullo”, en el que describió al islam como “opresivo” y a los
inmigrantes musulmanes en Europa como “fanáticos”, y “La fuerza de la
razón”, donde aseguró que el islam “sembraba odio en lugar de amor y
esclavitud en lugar de libertad”; también lanza la idea de que Europa se
está convirtiendo en “Eurabia” y que la izquierda europea es
“antioccidental”. Por estas opiniones y por contar la verdad fue poco
menos que enviada al averno del desprecio y del olvido por sus propios
correligionarios.
En España tenemos un caso más reciente, como es el de Pilar Rahola,
nacionalista catalana y diputada, que fue, de Esquerra Republicana de
Catalunya, que publicó en 2011 “La república islámica de España”, donde
ataca con dureza la política condescendiente con el islam y con su
inmigración, llegando a decir que “La alianza de civilizaciones de José
Luis Rodríguez Zapatero es naif y no lleva a ninguna parte. Nos estamos
equivocando mucho”. A pesar de que Rahola aparecía con frecuencia en los
medios de comunicación, la publicación de su obra tuvo muy poco eco en
las televisiones y en los periódicos.
7.- Se considera como normal que las mezquitas sean financiadas por
los regímenes religiosos de Arabia Saudí, Qatar y Marruecos, con el
objetivo realizar proselitismo y de fomentar la llegada de más y más
musulmanes que desplacen demográficamente a los europeos. Nadie se ha
plateado exigir la apertura de una iglesia en el país correspondiente
por cada mezquita que aquí se construya y, de lo contrario, rechazar
todo nuevo templo musulmán. Esa es la decisión que tomó el Gobierno
noruego hace dos años, cuando prohibió la financiación saudí de una
mezquita alegando que en dicho país no se permite la construcción de
iglesias ni existe la libertad religiosa.
8.- Se olvida deliberadamente el comportamiento de los regímenes
comunistas que siempre lucharon denodadamente contra el yijadismo y la
islamización. El caso más destacado es el de la Unión Soviética, que
invadió Afganistán en 1979 en apoyo del gobierno comunista y para
impedir el triunfo de los integristas. La Unión Soviética también
controló con mano de hierro a los islamistas en sus propias repúblicas.
Todo ello demuestra que cualquier régimen del socialismo real fue
siempre abiertamente contrario al islam radical, como no puede ser de
otra forma por su propia ideología, pero la izquierda marxista actual
reniega de esos principios en una posición buenista no entendible.
Serbia también sufrió la ira de los progresistas occidentales, a
pesar de que su gobierno era socialista, cuando intentó impedir la
secesión de Kosovo, e incluso fue atacada por la OTAN para forzar la
independencia de su provincia islámica, ayudando a llegar al poder al
líder terrorista de la UCK, Hasim Taci.9.- Se silencia sistemáticamente,
en los medios de comunicación que se escandalizan por el más mínimo
incidente en el que se vea perjudicado un musulmán, los asesinatos y
discriminación que sufren los cristianos. Es sorprendente la nula
atención que se hace a los crímenes que se cometen en Egipto contra los
cristianos coptos, algo que viene de lejos, pero que se ha acentuado
desde la llegada al poder de Mojamed Mursi, islamista perteneciente a
los Hermanos Musulmanes.
También se pasan por alto los desplazamientos, secuestros y
asesinatos de cristianos en Siria, que se están perpetrando en el curso
de la guerra civil que allí se libra, y que cometen los rebeldes que
intentan derrocar a Bachar el Asad. Es bien sabido que lo que con
alegría se ha denominado en occidente “Primavera Árabe”, en la que están
emboscados islamistas que pretenden instalar regímenes teocráticos,
está apoyada por gobiernos de distintos países europeos y por el de
Estados Unidos, y los terroristas son tratados como héroes en los
periódicos.
10.- Contra toda lógica, los dirigentes políticos de izquierdas, en
lugar de quitar la careta y denunciar los graves crímenes de los
gobiernos islamistas, tienden a la condescendencia y al apaciguamiento,
como se ha podido comprobar con la llegada de Barack Hussein Obama a la
presidencia de Estados Unidos, o como con la demencial iniciativa de la
“Alianza de civilizaciones” del expresidente socialista español José
Luis Rodríguez Zapatero.
A tenor con lo antedicho pudimos oír la última patochada, el pasado
20 de septiembre, al presidente francés, François Hollande, cuando
inauguró el Departamento de Artes del Islam del Museo del Louvre, que
dijo que la nueva colección que se exhibe recuerda “la aportación
esencial de las civilizaciones del islam a la cultura francesa”.
Su visita debió ser rápida, porque no se percató de que ni una de las
piezas que se pueden contemplar fue elaborada en Francia. La colección
será una magnífica muestra del arte islámico, pero no de la cultura
francesa, salvo que este despistado socialista sólo haya apreciado las
artísticas filigranas del papel moneda y de los cheques bancarios que,
con profusa e interesada generosidad, fluyeron desde las cuentas
corrientes de Mohamed VI de Marruecos, del emir Sabah al Ahmed al Sabah
de Kuwait, del sultán Qabus bin Said de Omán y del príncipe saudí
Alwaleed bin Talal, que han pagado religiosamente esta ampliación del
museo parisino.
Esta tendencia izquierdista se ha extendido por todo el mundo
occidental, por tanto es internacionalista y globalizadora, y el iluso
que ose refutarla será fulminado por el “establishment” social-marxista,
bien asentado en sus elegantes despachos y sus casas de urbanizaciones
exclusivas, dado que asociar a los dirigentes de la socialdemocracia,
del socialismo y del comunismo con el ciudadano medio trabajador es una
ingenuidad ¿Por qué la actual izquierda reniega de sus propias esencias
ideológicas? Una de las razones es el deseo de conseguir un mayor número
de votantes izquierdistas, es decir, el deseo de alcanzar el poder por
todos los medios, para lo que es muy útil la llegada de millones de
inmigrantes que, con nacionalizaciones masivas y sistemáticas, se
convierten en votantes fieles pues viven de las subvenciones y de los
subsidios que, previamente, les han concedido los gobiernos socialistas.
El sistema ya se utilizaba con votantes españoles, pero la caída de
la natalidad y el cambio de forma de pensar de los más jóvenes hacía
inviable continuar con el engaño. Los marxistas saben que concediendo
todos los derechos a los inmigrantes, particularmente a los musulmanes,
se aseguran su voto; el ejemplo es el triunfo socialista en Francia,
donde los mítines estaban repletos de magrebíes y sus asociaciones
apoyaron abiertamente al candidato socialista. Mientras, la derecha
liberal traga el anzuelo por avaricia y ve a los inmigrantes como mano
de obra barata y como consumidores, vendiendo a sus enemigos la soga con
la que les ahorcarán. Todos se creen los más inteligentes, pero quien
está realmente consiguiendo sus objetivos es el islam, alguno de cuyos
barbudos seguidores apretará el nudo de la maroma que ceñirán en torno
de nuestros cuellos, sin importarles lo más mínimo nuestra ideología,
pues nos ven a todos como enemigos infieles a los que hay que masacrar
para conseguir el triunfo mundial de la fe musulmana.
La fuerza y la decisión con las que el “agit-prop” izquierdista se ha
aplicado a la propagación de sus tesis, ha adormecido a las derechas
liberales y a los medios de comunicación independientes, y sus
principios se están convirtiendo en inamovibles. Todos ellos siguen en
su discurso de aceptación de todo lo ajeno, aunque sus ideas sean
abiertamente contrarias a nuestra cultura, y nos conducen al suicidio
como pueblo y como cultura. Contra esta gran campaña de sumisión al
islam debemos utilizar todo lo que esté de nuestra mano, debemos luchar
para revertir la situación, porque nos va en ello nuestra identidad y
nuestra libertad.
Fuente: Alerta Digital
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