viernes, 5 de octubre de 2012

Islamofobia

LICENCIA PARA MATAR

13 de Agosto de 2012

 Un grupo de musulmanes propina una brutal paliza a un homosexual.

Un grupo de musulmanes propina una brutal paliza a un homosexual.

LTY.- La perversa reacción de algunos medios de comunicación franceses culpando del atentado islamista contra el semanario Charlie Hebdo en noviembre del año pasado a la extrema derecha es un síntoma, entre otros muchos, de la imparable degradación de nuestro sistema de valores, totalmente trastocado por la cobardía y corroído por el cáncer de la corrección política.

Hubo un tiempo en que, cuando las oficinas de periódicos y revistas eran incendiadas por ofender a un grupo poderoso, el resto de la prensa se solidarizaba con ellos. Pero cuando la revista satírica Charlie Hebdo decidió dedicar una portada al islam, con una viñeta de Mahoma, y recibió a cambio un incendio provocado por los “de la paz”, la prensa se puso de parte de los atacantes.
 
Es el caso del editor parisino de “Newsweek”, que, al no poder acusar al semanario -de ideología izquierdista- de ser de extrema derecha, recurre a culpar precisamente a la extrema derecha del atentado, porque, afirma el editor, “era la que más ganaba con el ataque”. Exactamente lo que ocurrió unos meses más tarde con el asunto Mohamed Merah: el asesino multiple debía ser de extrema derecha porque esta era “la que más ganaba con esos atentados”. Prodigioso método analítico.

O lo que es lo mismo: los musulmanes han conseguido ser considerados víctimas incluso cuando son culpables. Imaginad hasta qué punto está podrido el sistema de pensamiento europeo.
La primera, y quizás peor, consecuencia de esta podredumbre es la corrupción misma del concepto de justicia en un doble sentido:

- Acusar gratuitamente a las personas en base a su ideología, no en base a sus hechos. Esto no es nada banal, ya que pervierte el propio concepto de justicia al no ser todos considerados de entrada iguales ante la ley. Porque, según este criterio, si se profesa una determinada ideología, todo es legítimo, todo está bien, no hay límites a la libertad de expresión. Pero si se es de otra que no gusta a los amos del momento, entonces todo lo que se dice, todo lo que se hace, y lo que es peor, incluso lo que no se dice ni se hace, es puesto bajo sospecha.

Ejemplos de esto hay a montones en nuestro propio país: se encarcela a un librero que simplemente se dedica a su trabajo, por su ideología, no por sus hechos. Sin embargo, los matones del 15 M han escupido a policías, han invadido bancos, supermercados, incluso acosaron a chicos que estaban en la jornada de la juventud, cuando vino el Papa, y políticos y gobernantes han mirado para otro lado. Se condena a gente por expresar sus ideas -contra el sistema, claro- pero no se condena a quienes rompen cabinas, queman contenedores u ocupan de modo ilegal plazas y calles. La diferencia, la ideología de unos y otros. La justicia deja de condenar hechos para condenar intenciones, y por tanto deja de ser justicia.

- Convertir a los culpables, a los responsables, en víctimas, evitando así que sean juzgados por sus acciones, incluso sus acciones ilegítimas o violentas. Es abrir la “licencia para matar”, pero en un sólo bando: el de los violentos. Si los musulmanes hacen lo que sea, aunque sea violento, aunque sea delito, se les intenta exculpar bien buscando excusas estúpidas “son sólo unos pocos radicales”, “no responden a la realidad del islam” o bien desviando la atención y acusando a otros grupos (en general, siempre de “extrema derecha) que no tienen nada que ver con el asunto, pero que difícilmente pueden defenderse, ya que ni siquiera se les da la posibilidad de hacerlo.

Las causas de esta actitud son variadas. En Europe News afirman que el temor a que se desate la islamofobia hace que la prensa se apresure a buscar otros culpables. Lo de menos es que sea cierto o no que esos nuevos -y falsamente- acusados sean culpables, la mentira y la manipulación del pensamiento es una forma de funcional corriente en nuestra sociedad, especialmente por el sector progre. Lo que cuenta es que, sea un atentado terrorista con cientos de muertos provocado por un musulmán suicida, sea el incendio de la sede de un periódico, sean las amenazas de muerte a Kurt Westergaard, sea el ataque a una procesión católica, la culpa sea del atacado, por haber molestado de alguna manera al islam. Por la misma razón, las víctimas son, siempre, los musulmanes, estigmatizados según estos imbéciles por la islamofobia europea. En resumen, los malos siempre son los críticos al islam, incluso aunque la crítica sea cierta y dicha con argumentos irrefutables. Los buenos son siempre los musulmanes, aunque maten a gente inocente o ataquen con violencia a bienes o a personas críticos con ellos.

En cualquier caso, hay en esta actitud una curiosa negativa por parte de políticos, oenegeros y demás gentuza a ver lo evidente: uno no nace “islamófobo”, ni hay rayos invisibles o aguas envenenadas que de la noche a la mañana transformen a un inocente europeo en un malvado “islamófobo” con cuernos, rabo y una capa roja. Si la gente se vuelve “islamófoba” al ver las noticias, será que esas noticias contienen algo que les resulta desagradable, o repulsivo, o intolerable, o indignante, o todo junto. La responsabilidad es del contenido de la noticia, y de quien provoca ese contenido. No se puede matar al mensajero por el mensaje que transmite. Y todo nuestro sistema está enfocado precisamente a matar al mensajero. Absurdo, irracional, pero totalmente real. Por eso el intento de silenciar a cualquier precio el libre pensamiento. Y cuando no se puede silenciar, se culpa a otros, aunque no tengan culpa. Lo único que cuenta es seguir pudriendo Europa y para eso hay que evitar como sea que la gente pueda tener acceso a la información y sacar consecuencias.

Este claro indicador de hasta qué punto Europa está podrida viene a decir que los musulmanes están por encima de toda crítica o queja y que no se les puede cuestionar bajo ningún concepto. Que quien lo hace, debe atenerse a las consecuencias, que, dicho sea de paso, pueden llegar a ser la pérdida de la propia vida.
Creo que hay diversas razones para esa actitud de nuestros medios y de nuestros gobiernos. Una de ellas, no sé si la principal, pero sí muy importante, es el miedo al islam que sienten políticos y periodistas. Sienten, pero no confiesan ni reconocen. La propia violencia de la ideología islámica hace que los musulmanes reaccionen de manera ferozmente brutal y desproporcionada a cualquier crítica.

Para evitar esas reacciones, lo mejor, según estas personas, es practicar políticas de apaciguamiento, que se han demostrado inútiles y perniciosas incluso a medio plazo. Las políticas de apaciguamiento tienen dos líneas principales de actuación: se da a los musulmanes todo lo que piden, aunque sea injusto o discrimine claramente a los europeos nativos, prohibiendo a éstos cualquier queja o protesta por la injusticia o discriminación a la que se ven sometidos, y a la vez se elimina cualquier posibilidad de que los musulmanes puedan acabar siendo responsables de sus actos violentos. Mejor tenerlos contentos, mejor exculparles de responsabilidades, que arriesgarnos a su cólera. De paso, machacar a todo el que se oponga a este siniestro y surrealista orden de cosas.

En Europe News interpretan que, como no se puede reconocer que se tiene miedo al islam, miedo a su violencia, miedo a su intolerancia, miedo a sus ataques desproporcionados y feroces, ya que entonces nos darán más motivos para tenerles miedo, ese temor se disfraza de “miedo a herir los sentimientos de los musulmanes”. El fondo viene a ser igual: se tiene miedo al islam, aunque se disfrace de miedo a herir a los musulmanes. Sin embargo, hacen este comentario: “La política torcida de la izquierda militante aprueba el terror y nos advierten que no tengamos miedo por eso”. En esta perversión del lenguaje, “sólo los culpables condenan la violencia, los inocentes la aprueban o pretenden que no existe”.

En todo caso, sean las causas las que sean (esas y otras que se nos ocurran) lo que nos afecta realmente son las consecuencias. El mensaje que se lanza al islam por parte de nuestros gobiernos es alto y claro: “Mientras nosotros gobernemos, diremos a los periodistas qué tienen que decir, a quién tienen que apoyar, y así tenéis el campo libre. Podéis quemar edificios, que echaremos la culpa a la extrema derecha. Podéis amenazar de muerte a quien os critique, que les acusaremos de fascistas y diremos a todo el mundo que la culpa ha sido de quien os critique. Podéis hacer lo que queráis, que nosotros manipularemos a la opinión pública -¡es tan fácil!- y nos dedicaremos a culpabilizar a los que no se someten, a los que piensan por su cuenta, a los críticos”.

Y eso es lo que está sucediendo. En realidad, hagan lo que hagan, pase lo que pase, siempre se les exculpa, siempre se les defiende, siempre se les victimiza. En cambio, a los que no queremos que el islam sea una realidad en Europa, siempre se nos acusa, siempre se nos acosa, siempre se nos culpabiliza. Es perverso, es maligno.

La única conclusión posible ante estos hechos es que Europa no está enferma. Está podrida. 


Fuente: Alerta Digital

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios realizados deben ser respetuosos y no se permitirán los insultos o descalificaciones. El objetivo del Movimiento es concienciar y alertar a la ciudadanía por lo que consideramos que sería perjudicial admitir dicho tipo de comentarios.