Las recientes noticias que llegan de Tatarstán -un doble atentado
contra el muftí y sus cercanos colaboradores junto al descubrimiento de
una secta que vivía bajo la tierra– tienen como su denominador común las
posturas radicales.
Para muchos musulmanes, este extremismo está directamente relacionado
con la creciente divulgación del wahhabismo, una corriente religiosa
que se caracteriza por la rigurosidad en la aplicación de la ley
islámica, y últimamente por su gran expansión a través del surgimiento
de mezquitas y clérigos que difunden su mensaje.
“La divulgación del extremismo no es algo extraño en nuestra región.
Es propaganda que se divulga a través de la literatura, Internet y la
acción de las mezquitas. Creo que lo que pasó con el muftí reveló toda
la profundidad del problema”, comenta Rishad Jabidulin, jefe del aparato
religioso de los musulmanes de la república de Tatarstán.
Apoyo extranjero
El principal apoyo que tienen quienes divulgan doctrinas radicales como el wahhabismo, procede del extranjero. Son millones de dólares los que anualmente destinan países como Arabia Saudita para difundir la corriente religiosa a la que adhiere su opulenta dinastía.
“Los musulmanes locales reciben inversiones de fondos monetarios árabes”, explica Rishad Jabidulin. “En estos países, el wahhabismo se considera como la corriente religiosa oficial, por eso pagando por el dinero prestado aquí se promueve su ideología. Se está desarrollando el extremismo”.
La postura de los ‘radicales’
Por suerte, quienes son acusados de radicales consideran inadecuada esta calificación y afirman que solo buscan crear una sociedad más justa y mejor. Dicen que el mote de extremistas, se debe al accionar del cristianismo. “Los cristianos saben que la seguridad y el control es posible tan solo en un Estado islámico. Y cuando hoy tratamos de convencer a la gente de que la justicia es posible en el mundo islámico, nos acusan de radicalismo, wahhabismo y esas cosas”, dice el imán Ajmat Ajmetov.
Con un número de fieles, que algunos cifran en más de 20 millones de personas, la preocupación por el auge del radicalismo se instaló hace tiempo. Algunos líderes religiosos, como el imán Safin Rustam, desestiman tal tendencia e insiste en que “el islam es una religión pacífica, que no da lugar a extremismo o al terror”. El islam es una de las cuatro religiones reconocidas como tradicionales por la legislación rusa, lo cual permite predicar esa doctrina libremente y en un ambiente tolerante. Algo que muchos habitantes de Tatarstán señalan como característica positiva de la multiconfesional Federación Rusa.
Fuente: Minuto Digital
Comentario
Como vemos en la noticia, Arabia Saudí, es el país que promueve la divulgación del extremismo islámico en Tatarstán (Rusia).
Vemos de nuevo como se hacen realidad las palabras de aquel líder musulman, durante un encuentro oficial sobre el diálogo islámico-cristiano:
“Gracias a vuestras leyes democráticas os invadiremos, gracias a nuestras leyes religiosas os dominaremos; los petrodólares que entran en las cajas de Arabia Saudita y de otros Gobiernos islámicos son usados para construir mezquitas y centros culturales en países cristianos con inmigración islámica, incluida Roma.”
La doctrina religiosa oficial de Arabia Saudí es el wahhabismo, del que nacen los movimientos salafistas contemporáneos, quienes rechazan toda influencia occidental, particularmente la democracia y el laicismo, responsables de "corromper la fe musulmana". De hecho declaran abiertamente que quieren acabar con la Democracia, por ser una ley hecha por el hombre y por tanto imperfecta en comparación con la suya, que proviene de su "dios".
Lo más grave es que este tipo de movimientos extremistas islámicos se están extendiendo en nuestro país, España, sobre todo en Cataluña y el País Vasco. Podeís comprobar en las entradas del blog que incluso se celebran Congresos Salafistas en España que cuentan con subvenciones de las instituciones públicas, en concreto en Vizcaya.
El propio Rishad Jabidulin, líder religioso musulman de Tatarstán, afirma que el extremismo islámico "Es propaganda que se divulga a través de la literatura, Internet y la acción de las mezquitas".
Estas mezquitas son las que estamos dejando proliferar en nuestro país como champiñones, como están haciendo también por toda Europa. El Islam es la religión que más crece en el mundo. En Francia la cantidad total de mezquitas ya se ha duplicado, superando las dos mil en los últimos diez años. No sólo eso, sino que grupos musulmanes en Francia están pidiendo a la Iglesia católica el permiso para utilizar sus iglesias vacías como instrumento para resolver los problemas de tránsito provocados por los miles de musulmanes que rezan en las calles. En el extremo opuesto, la Iglesia católica ha construido en Francia sólo veinte nuevas iglesias en los últimos diez años, y ha cerrado formalmente más de sesenta, muchas de las cuales podrían convertirse en mezquitas, como ya hemos señalado.
En contrapartida, Arabía Saudí no permite construir iglesias cristianas en su país, es más, veamos la afirmación realizada por Abdulaziz bin Abdulá, gran muftí de Arabia Saudí:
“Todas las iglesias deben ser destruidas” (ver enlace).
Por si esto fuera poco, en Arabia Saudí los cristianos no pueden reunirse para rezar ni siquiera en casas privadas, está prohibido poseer la Biblia y el proselitismo religioso (difundir el Evangelio Cristiano) está castigado con la muerte.
Es curioso, porque en nuestro país los que nos oponemos a la construcción de mezquitas somos tachados de "racistas" e "intolerantes", pero nadie dice una palabra sobre las masacres de cristianos en los países islámicos o sobre la prohibición de la construcción de iglesias en dichos países, sobre las lapidaciones a muerte, etcétera, etcétera. ¡Qué ironía y qué vergüenza! Parece que la viscosidad del petróleo abotarga las conciencias de los líderes mundiales, que comulgan con ruedas de molino ante las abominaciones cometidas por los islamistas.
Dejemos que sigan construyendo mezquitas, que sigan extendiendo su extremismo religioso y que conviertan Occidente en parte de su Dar al Islam, o Casa del Islam, o sea, parte del Califato Islámico Universal. Porque para los musulmanes el mundo se divide en dos casas:
- Dar al Islam, los países islámicos
- Dar al Harb, la Casa de la Guerra, el resto de países no regidos por la ley islámica, es decir, el resto del mundo. Y su misión principal es extender su Casa del Islam al mundo entero.
Es muy revelador el siguiente comentario de Serge Trifrovic en el documental titulado "Islam: lo que Occidente necesita saber":
"A diferencia de los hinduistas, de los confucionistas, de los animistas subsaharianos y de Africa, los musulmanes tienen la tendencia inherente a expandirse y convertir al resto del mundo no sólo a su religión sino a su punto de vista y a su sistema legal y moral. No lo harán abiertamente mientras sean minoría en los países a los que inmigran, pero, ya hemos visto esto una y otra vez en la historia, una vez que lleguen a tener el número necesario para imponer su voluntad, lo harán."
Apoyo extranjero
El principal apoyo que tienen quienes divulgan doctrinas radicales como el wahhabismo, procede del extranjero. Son millones de dólares los que anualmente destinan países como Arabia Saudita para difundir la corriente religiosa a la que adhiere su opulenta dinastía.
“Los musulmanes locales reciben inversiones de fondos monetarios árabes”, explica Rishad Jabidulin. “En estos países, el wahhabismo se considera como la corriente religiosa oficial, por eso pagando por el dinero prestado aquí se promueve su ideología. Se está desarrollando el extremismo”.
La postura de los ‘radicales’
Por suerte, quienes son acusados de radicales consideran inadecuada esta calificación y afirman que solo buscan crear una sociedad más justa y mejor. Dicen que el mote de extremistas, se debe al accionar del cristianismo. “Los cristianos saben que la seguridad y el control es posible tan solo en un Estado islámico. Y cuando hoy tratamos de convencer a la gente de que la justicia es posible en el mundo islámico, nos acusan de radicalismo, wahhabismo y esas cosas”, dice el imán Ajmat Ajmetov.
Con un número de fieles, que algunos cifran en más de 20 millones de personas, la preocupación por el auge del radicalismo se instaló hace tiempo. Algunos líderes religiosos, como el imán Safin Rustam, desestiman tal tendencia e insiste en que “el islam es una religión pacífica, que no da lugar a extremismo o al terror”. El islam es una de las cuatro religiones reconocidas como tradicionales por la legislación rusa, lo cual permite predicar esa doctrina libremente y en un ambiente tolerante. Algo que muchos habitantes de Tatarstán señalan como característica positiva de la multiconfesional Federación Rusa.
Fuente: Minuto Digital
Comentario
Como vemos en la noticia, Arabia Saudí, es el país que promueve la divulgación del extremismo islámico en Tatarstán (Rusia).
Vemos de nuevo como se hacen realidad las palabras de aquel líder musulman, durante un encuentro oficial sobre el diálogo islámico-cristiano:
“Gracias a vuestras leyes democráticas os invadiremos, gracias a nuestras leyes religiosas os dominaremos; los petrodólares que entran en las cajas de Arabia Saudita y de otros Gobiernos islámicos son usados para construir mezquitas y centros culturales en países cristianos con inmigración islámica, incluida Roma.”
La doctrina religiosa oficial de Arabia Saudí es el wahhabismo, del que nacen los movimientos salafistas contemporáneos, quienes rechazan toda influencia occidental, particularmente la democracia y el laicismo, responsables de "corromper la fe musulmana". De hecho declaran abiertamente que quieren acabar con la Democracia, por ser una ley hecha por el hombre y por tanto imperfecta en comparación con la suya, que proviene de su "dios".
Lo más grave es que este tipo de movimientos extremistas islámicos se están extendiendo en nuestro país, España, sobre todo en Cataluña y el País Vasco. Podeís comprobar en las entradas del blog que incluso se celebran Congresos Salafistas en España que cuentan con subvenciones de las instituciones públicas, en concreto en Vizcaya.
El propio Rishad Jabidulin, líder religioso musulman de Tatarstán, afirma que el extremismo islámico "Es propaganda que se divulga a través de la literatura, Internet y la acción de las mezquitas".
Estas mezquitas son las que estamos dejando proliferar en nuestro país como champiñones, como están haciendo también por toda Europa. El Islam es la religión que más crece en el mundo. En Francia la cantidad total de mezquitas ya se ha duplicado, superando las dos mil en los últimos diez años. No sólo eso, sino que grupos musulmanes en Francia están pidiendo a la Iglesia católica el permiso para utilizar sus iglesias vacías como instrumento para resolver los problemas de tránsito provocados por los miles de musulmanes que rezan en las calles. En el extremo opuesto, la Iglesia católica ha construido en Francia sólo veinte nuevas iglesias en los últimos diez años, y ha cerrado formalmente más de sesenta, muchas de las cuales podrían convertirse en mezquitas, como ya hemos señalado.
En contrapartida, Arabía Saudí no permite construir iglesias cristianas en su país, es más, veamos la afirmación realizada por Abdulaziz bin Abdulá, gran muftí de Arabia Saudí:
“Todas las iglesias deben ser destruidas” (ver enlace).
Por si esto fuera poco, en Arabia Saudí los cristianos no pueden reunirse para rezar ni siquiera en casas privadas, está prohibido poseer la Biblia y el proselitismo religioso (difundir el Evangelio Cristiano) está castigado con la muerte.
Es curioso, porque en nuestro país los que nos oponemos a la construcción de mezquitas somos tachados de "racistas" e "intolerantes", pero nadie dice una palabra sobre las masacres de cristianos en los países islámicos o sobre la prohibición de la construcción de iglesias en dichos países, sobre las lapidaciones a muerte, etcétera, etcétera. ¡Qué ironía y qué vergüenza! Parece que la viscosidad del petróleo abotarga las conciencias de los líderes mundiales, que comulgan con ruedas de molino ante las abominaciones cometidas por los islamistas.
Dejemos que sigan construyendo mezquitas, que sigan extendiendo su extremismo religioso y que conviertan Occidente en parte de su Dar al Islam, o Casa del Islam, o sea, parte del Califato Islámico Universal. Porque para los musulmanes el mundo se divide en dos casas:
- Dar al Islam, los países islámicos
- Dar al Harb, la Casa de la Guerra, el resto de países no regidos por la ley islámica, es decir, el resto del mundo. Y su misión principal es extender su Casa del Islam al mundo entero.
Es muy revelador el siguiente comentario de Serge Trifrovic en el documental titulado "Islam: lo que Occidente necesita saber":
"A diferencia de los hinduistas, de los confucionistas, de los animistas subsaharianos y de Africa, los musulmanes tienen la tendencia inherente a expandirse y convertir al resto del mundo no sólo a su religión sino a su punto de vista y a su sistema legal y moral. No lo harán abiertamente mientras sean minoría en los países a los que inmigran, pero, ya hemos visto esto una y otra vez en la historia, una vez que lleguen a tener el número necesario para imponer su voluntad, lo harán."
Me imagino que se sobreentiende el sentido del concepto Casa de la Guerra. Según el hadiz, es decir, las acciones del Profeta Mahoma, Mahoma mismo dice: "Tengo la orden de luchar hasta que todo el mundo diga no hay más dios que Alá y Mahoma es el mensajero de Alá." Esta lucha no es otra cosa que la Yihad o Guerra Santa, que ya conocemos bien a través de Bin Laden, Al Qaeda, etcétera, etcétera.
Esto quiere decir que la afirmación del imán Safin Rustam, de que “el islam es una religión pacífica, que no da lugar a extremismo o al terror”, es totalmente falsa. Porque, además, la única manera que garantiza la salvación para un musulman y que por tanto le abrirá las puertas del paraiso, es morir mientras se practica la Yihad.
El concepto que tiene el imán Ajmat Ajmetov sobre la paz en un Estado Islámico, recuerda mucho a la Pax Romana (Paz romana), llamada también Pax augusta, que constituía un largo periodo de paz impuesto por el Imperio romano a los pueblos por él sometidos.
Una vez que el mundo entero esté regido por la Sharía o Ley Islámica, que todo el mundo se halle sometido al Islam, la paz sobrevendrá ya que todo será Dar al Islam, y ya no habrá Dar al Harb, es decir, Casa de la Guerra.
Cualquier régimen fascista o totalitario apoyaría abiertamente esta doctrina. Si Hitler y el Nazismo hubieran triunfado y su Reich de mil años dominará el mundo, evidentemente se habría conseguido la paz mundial porque ya no habría nadie contra quien combatir. Lo mismo valdría para el Comunismo o cualquier otro -ismo que pretenda extender su visión del mundo al resto del planeta. Por tanto no podemos calificar al Islam como una religión de paz, como tampoco podemos calificar al Nazismo o al Comunismo como ideologías pacíficas. Es una soberana estupidez y una aberración.
Por otro lado, no podemos considerar que los islamistas sean para nada tolerantes o igualitarios con el resto de la humanidad. Para ellos, los infieles o dhimmi -por ejemplo, nosotros los occidentales- están relegados a ser ciudadanos de segunda clase, sometidos a la Sharia o Ley Islámica, y sin derechos comparables a los suyos. Por cierto, la misma palabra Islam significa precisamente eso: sometimiento.
Por tanto, Occidente debe despertar y darse cuenta de que la inmigración musulmana es un peligro, un caballo de Troya que ya se encuentra presente dentro de nuestros países, que ha afectado ya a Europa y que si no hacemos nada por detenerla transformará de forma irreversible al mundo Occidental, llegando incluso a hacerlo desaparecer. ¡Despertemos y paremos la islamización del mundo!
Esto quiere decir que la afirmación del imán Safin Rustam, de que “el islam es una religión pacífica, que no da lugar a extremismo o al terror”, es totalmente falsa. Porque, además, la única manera que garantiza la salvación para un musulman y que por tanto le abrirá las puertas del paraiso, es morir mientras se practica la Yihad.
El concepto que tiene el imán Ajmat Ajmetov sobre la paz en un Estado Islámico, recuerda mucho a la Pax Romana (Paz romana), llamada también Pax augusta, que constituía un largo periodo de paz impuesto por el Imperio romano a los pueblos por él sometidos.
Una vez que el mundo entero esté regido por la Sharía o Ley Islámica, que todo el mundo se halle sometido al Islam, la paz sobrevendrá ya que todo será Dar al Islam, y ya no habrá Dar al Harb, es decir, Casa de la Guerra.
Cualquier régimen fascista o totalitario apoyaría abiertamente esta doctrina. Si Hitler y el Nazismo hubieran triunfado y su Reich de mil años dominará el mundo, evidentemente se habría conseguido la paz mundial porque ya no habría nadie contra quien combatir. Lo mismo valdría para el Comunismo o cualquier otro -ismo que pretenda extender su visión del mundo al resto del planeta. Por tanto no podemos calificar al Islam como una religión de paz, como tampoco podemos calificar al Nazismo o al Comunismo como ideologías pacíficas. Es una soberana estupidez y una aberración.
Por otro lado, no podemos considerar que los islamistas sean para nada tolerantes o igualitarios con el resto de la humanidad. Para ellos, los infieles o dhimmi -por ejemplo, nosotros los occidentales- están relegados a ser ciudadanos de segunda clase, sometidos a la Sharia o Ley Islámica, y sin derechos comparables a los suyos. Por cierto, la misma palabra Islam significa precisamente eso: sometimiento.
Por tanto, Occidente debe despertar y darse cuenta de que la inmigración musulmana es un peligro, un caballo de Troya que ya se encuentra presente dentro de nuestros países, que ha afectado ya a Europa y que si no hacemos nada por detenerla transformará de forma irreversible al mundo Occidental, llegando incluso a hacerlo desaparecer. ¡Despertemos y paremos la islamización del mundo!
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