Si
alguien ve cómo le cortan las manos a un ladrón, se abstendrá de
robar», afirma con contundencia Adnan Avdic, mientras camina por las
calles del barrio de Nørrebro —Copenhague. Avdic es miembro de «Ahlu
Sunah Wa Jammah» (Los seguidores del Profeta), uno de los grupos
fundamentalistas islámicos que pretenden establecer la sharía (ley
islámica) en Dinamarca y, por extensión, en el resto de Europa. Su
objetivo: reducir la tasa de criminalidad. «Países como Irán o Arabia
Saudí no dan una buena imagen del islam, no me gustan. Pero es innegable
que su tasa de criminalidad es muy baja porque a los criminales se les
castiga según la sharía», explica Avdic.
Inspirándose en «Islam4UK» —un grupo de salafistas británicos—, «los
seguidores del Profeta» pretenden empezar patrullando los barrios de
Tingbjerg y Nørrebro, para extender después su vigilancia al resto de
Dinamarca y asegurarse de que los ciudadanos no beben, no juegan, no van
a la discoteca y no violan ninguna de las reglas de la sharía. Una
policía «moral» que actúa durante las 24 horas del día.
«Todavía no podemos aplicar ningún castigo, porque estamos en
Dinamarca y nos meterían en la cárcel. Pero patrullamos las calles y,
cuando vemos a alguien que incumple los mandamientos de la sharía,
hablamos con él e intentamos convencerle de que lo que hace está mal»,
asegura Avdic. «El objetivo final es sustituir la democracia por la
sharía. Somos misioneros del Islam». Según «Kaldet til Islam» (La
Llamada del Islam), otro de los grupos que apoyan esta iniciativa, más
de 1.500 musulmanes daneses apoyan su propuesta. Sin embargo, la
asociación «Muslimer i Dialog» (Musulmanes por el diálogo) asegura que
son muchos menos, pero que cada vez se les oye más por su radicalización
y agresividad verbal.
Asimismo, la Confederación de Musulmanes, que agrupa a la mayor parte
de organizaciones islámicas en Dinamarca, ha mostrado su rechazo a esta
propuesta: «Son una minoría, pero debemos tomarles en serio. No hay que
cerrar los ojos ante estas tendencias extremistas. Mucha gente joven se
muestra receptiva a ese tipo de influencia.»
La ministra danesa de Integración, Karen Haekkerup, asegura que «en
el caso de que cumplan lo que dicen, y empiecen a amenazar a la gente en
las calles, el Gobierno actuará con contundencia». Sin embargo, para
Avdic no se trata de amenazar, sino de ayudar: «Somos consejeros, no
verdugos».
Reino Unido y Dinamarca no son los únicos países europeos en los que
han proliferado estos grupos extremistas. Bélgica, Holanda o España
cuentan con sus propias organizaciones prosharía. E internet está
atestado de vídeos en los que distintos líderes musulmanes explican con
detalle las razones por las que el islam debería sustituir a la
democracia.
Lorenzo Vidini, experto en islamismo y violencia en Europa, explica
que, aunque se trata de la provocación de una minoría, el riesgo radica
en la islamización de la Justicia: «Se han dado situaciones, en las que
han aplicado la ley islámica en recurrir a los cauces legales». El
criminólogo y periodista Joachim Wagner, autor del libro «Richter ohne
Gesetz» («Jueces sin leyes»), describe cómo en mezquitas o en teterías,
«jueces» musulmanes dictan sentencia. «Cuando hay un conflicto, ellos
median, totalmente a espaldas de la Justicia», explica. Para el imán
Sheik Abu Adam, con base en Munich (Alemania), el arbitraje en caso de
conflicto es una obligación religiosa. Abu Adam, que convive con tres
mujeres, asegura al diario alemán Spiegel: «Yo le digo a mi gente: no
vayáis a la policía. Nosotros nos encargaremos de arreglarlo».
Adnan Avdic lo confirma. «Si un hermano musulmán viola a una mujer,
le reprenderemos en la mezquita y le haremos ver que su comportamiento
es erróneo. Sólo si continúa haciendo lo mismo nos plantearemos ir a la
policía».
Fuente: Alerta Digital
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